Cacique Naiguatá de Pedro Centeno Vallenilla |
Contradictorias, más que confusas, son las crónicas acerca del origen y lugar de asentamiento de este Cacique de raza caribe. Algún historiador lo cree radicado en el litoral central mientras que otros, los más certeros —según la consideración más generalizada entre los estudiosos de esta espinosa materia—, opinan que su dominio se extendió a lo largo de una dilatada franja costera que abarcaba desde la desembocadura del río Anare, límite de los dominios de Guaicamacuto, y lo que hoy, en el Estado Anzoátegui, conocemos como Puerto La Cruz.
Era Naiguatá, según las crónicas, aparte de buen guerrero, hombre físicamente agraciado y bien constituido corporalmente. Su fortaleza muscular, la anchura de sus hombros poderosos, lo elevado de su estatura, la esbeltez de su cintura, holgadamente lo confirmaban. Al igual que los Caciques Guaicamacuare, Guacamayo y Mamacuri, gozaba Naiguatá de la doble condición de Cacique y de Piache o mohán de su tribu y su afición eran las aves, muy particularmente las gaviotas: especie para él sagrada y cuyas evoluciones contemplaba absorto mientras su cerebro trabajaba vertiginosamente realizando intrincadas conjeturas y extrayendo misteriosas enseñanzas que luego daba en utilizar en sus prédicas y conjuros.
La celebridad de este cacique surge con motivo de un curioso hecho acontecido hacia el año 1567, un pelotón de soldados, bajo el mando del valeroso capitán español don Juan Rodríguez Suárez, siguiendo la cuenca del río Anare acertó pasar por los dominios de Naiguatá y éste, enterado de la circunstancia, no se contenté con recibirlos cordialmente sino que los llevó a su poblado donde los agasajó, brindó y colmó de regalos. -
Mientras comían, empero, oscureció el poblado una tupida bandada de gaviotas y dio motivo para que uno de los soldados, ávido de protagonismo, tomando su arcabuz, abatiera de un disparo una de aquellas pacíficas aves.
Naiguatá montó en cólera. Mandó detener al hispano pero don Juan Rodríguez se opuso y, ordenando retirada a sus hombres, se replegó hasta su campamento.
Aquella misma noche Naiguatá asaltó el enclave castellano. Sin causar daño alguno a su guarnición aprehendió al infractor y una vez en su poblado, lo condenó a muerte y lo dejó atado a un arbusto hasta el momento de la ejecución.
A la mañana siguiente Naiguatá se aprestaba a llevar a efecto la sentencia ante el grueso de su tribu cuando un pequeño grupo de gaviotas se acercó y principió a revolotear alegremente en torno al ajusticiado.
El noble Naiguatá, creyendo al punto que aquel inusitado gesto de las aves significaba su perdón, liberó al preso de las ataduras, lo condujo hasta su campamento y, no bien hubo explicado a don Juan Rodríguez Suárez lo acaecido, con grandes muestras de alborozo tornó a hacerle entrega de los presentes que, con su huida precipitada el día anterior, no había podido llevarse consigo. Acto seguido le testimonió su amistad, y el Caballero de la capa roja reemprendió tranquilamente la marcha.
El sereno y equilibrado cacique Naiguatá venía a ser tío del celebérrimo mestizo don Francisco Fajardo, oficial del Rey y fundador de la villa Del Rosario así como de la de San Francisco sobre la cual, posteriormente, don Diego de Losada habría de fundar la ciudad de Santiago de León de Caracas.
Naiguatá vivió en paz con los colonizadores, alcanzó edad longeva y permitió que su pueblo sé beneficiara de los adelantos de la civilización europea.
Referencia:
Ruben Tamanaco
Referencia:
- "Visión Panagerica de los Caciques de Venezuela". Agustín Quevedo Martín.
- "Caciques Aborígenes de Venezuela". Antonio Reyes
- Imagen on line: http://lecturas-yantares-placeres.blogspot.com.ar/2012/07/feliz-cumpleanos-caracas.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja tu comentario, sugerencia o duda y te respondere a la brevedad posible, gracias por tu tiempo