miércoles, abril 18, 2018

161 años de Espiritismo

Esta publicación fue hecha originalmente por la "Confederación Espiritista Argentina".

1857 - 18 de abril - 2018

TRIBUTO A ALLAN KARDEC

Allan Kardec
161 años de Espiritismo (2)
"Aquellos también eran días tumultuosos, como estos… Después de una larga estadía en diferentes prisiones, el hijo de Luis Bonaparte, por entonces rey de Holanda, intentó varias veces encontrar su lugar al sol del poder, después de fracasar en la insurrección contra el papa, en la Romagna, así como del intento de sublevar a los soldados franceses en Estrasburgo. Preso, una vez más consiguió evadirse y convertirse en miembro de la Asamblea Nacional. Logró ser electo presidente de la República, dando posteriormente un golpe de Estado que le permitió ser nombrado presidente por un período de diez largos años. Dominado por la ambición, propuso un plebiscito que lo proclamó emperador de Francia a partir de diciembre de 1852, traicionando los ideales libertarios que derrocaron a los Borbones en la revolución de 1789…

Carlos Luis Napoleón Bonaparte, el Emperador, era sobrino de Napoleón I y poseedor de una conducta combativa y guerrera, puesto que había promovido innumerables campañas bélicas, incluida la guerra contra Alemania en 1870, en la que cayó prisionero. Con el fin de mantener el gobierno, algo arbitrario, impuso leyes que restringían la libertad de prensa y de pensamiento, prohibiendo también las reuniones públicas o particulares que no tuvieran permiso de la policía.

La cultura, entretanto, a pesar de los impedimentos que resultaban del dominio prepotente y de la vigilancia implacable del clero -siempre al lado de los tronos y ávido de poder-, se encontraba enfrentando una singular interferencia espiritual, debido a los fenómenos insólitos que se habían iniciado en Hydesville, en 1848, para emigrar luego hacia Europa, que los recibió en los salones parisinos de moda.

Se trataba de una eclosión de poderosas informaciones acerca de la inmortalidad y del amor bajo una nueva óptica, que despertaba curiosidad y provocaba extrañeza en todos aquellos que las examinaban.

En aquel período, mientras tanto, tú, profesor Rivail, trabajabas en favor de la educación, preparando las mentes para los futuros días de la Humanidad, cuando las luces liberadoras del conocimiento en forma de sabiduría habrían de iluminar la sociedad para siempre.
De carácter íntegro, trajiste los métodos de Pestalozzi a tu Francia natal, contribuyendo eficazmente en favor de la liberación humana de la ignorancia, mientras acompañabas al magnetismo que ampliaba los horizontes de tu pensamiento y de tu interpretación de los fenómenos humanos y sus innumerables posibilidades de desarrollo.

Poseedor de una ética incorruptible, mantuviste los valores morales cuando fuiste sorprendido por el vicio de tu tío-socio, que se entregaba al juego y te exigía sacrificios importantes para mantener la honra intacta en todo momento.

Elegiste a la suave y dulce Gaby como compañera para el ministerio sacerdotal del hogar, y en ella encontraste apoyo moral, cultural y afectivo, para que desempeñaras la incomparable misión que aceptaste antes de sumergirte en las sombras de la carne.

Invitado, en tres ocasiones, a tomar conocimiento de las mesas giratorias, no te entregaste al entusiasmo de los ingenuos ni al escepticismo de los presuntuosos, sino que asumiste la postura racional que siempre definió los rumbos de tu existencia, a la espera de que los hechos confirmaran las informaciones.

…Y eso ocurrió la noche del martes 8 de mayo de 1855, en la residencia de la señora Plainemaison, cuando constataste, en condiciones tales que no dejaban margen a ninguna duda, conforme afirmaste posteriormente, que deberías iniciar la misión a que entregarías tu preciosa existencia hasta el último momento en el cuerpo somático…

Como nadie antes lo hiciera, percibiste en aquellas aparentes futilidades, en el pasatiempo de aquellos fenómenos, algo tan serio como la revelación de una nueva ley, que me encargué de investigar a fondo, según tus propias palabras…

Sucede que llevabas en el inconsciente el conocimiento adquirido, cuando en la Espiritualidad, en convivencia con los apóstoles de la Nueva Revelación, fuiste elegido para ser el estandarte del Mensaje liberador, fundamentado en el pensamiento de Jesús y confirmado en los laboratorios de las academias, interpretando los enigmas filosóficos del ser, del sufrimiento, de la vida y de la muerte, de las causas y los efectos existentes en el Universo.

No temiste los enfrentamientos ni las amenazas de los desdichados perseguidores de los idealistas y de los vanguardistas del progreso.
Consciente de la responsabilidad, enfrentaste todos los obstáculos y lograste publicar El libro de los Espíritus, la memorable mañana de un sábado primaveral, el 18 de abril de 1857, en pleno Palais Royal, iniciando la Era de la Inmortalidad comprobada en el laboratorio.

A partir de ese momento, utilizando el pseudónimo Allan Kardec -evocativo de tu anterior existencia en las Galias gloriosas, es decir, en aquel mismo suelo amado de Francia, en que casi veinte siglos antes fuiste sacerdote druida, venerable emisario del dios Dispater o dios de la fraternidad,reencarnacionista y vegetariano-, dejaste que el Espíritu de Verdad condujera tus pasos rumbo a la victoria plena.

Jamás titubeaste ante la certeza del deber a cumplir, nunca temiste ningún tipo de persecución e infamia, permaneciste integérrimo en el desempeño de la sublime tarea: implantar en la Tierra el reino de los Cielos, actualizado por las notables contribuciones de la entonces Ciencia moderna, sin olvidarte de la caridad: la senda luminosa que conduce a la plenitud.

No faltaron los envidiosos que, ante la imposibilidad de igualarte, porque jamás te superarían, te calumniaron, intentando ultrajar tu existencia pura, sin que obtuvieran el menor éxito, y no desperdiciaste el precioso tiempo con esos inútiles discutidores, insensatos y perturbadores del orden y de la paz.

Aplicaste todas las fuerzas de que disponías, junto a la mujer amada, la dulce poetisa de los Cuentos Primaverales, que se convirtió en tu sostén en las batallas más difíciles, cuando el Espíritu de Verdad te amparaba con infinito amor y sabiduría, hasta que llegaste casi a la extenuación.

Viajes largos, cansadores y sin comodidad, obstinados combates periodísticos, que enfrentabas dignamente a través de las páginas luminosas dela Revista Espírita, por ti fundada en enero de 1858, sin devolver el mal con la infamia, siempre sereno y sabio, instruyendo a los detractores y a los que sinceramente desconocían la Doctrina, eran tu día a día como héroe del Bien.

Completaste la obra gigantesca observando la deserción de los débiles y los evasivos, sin perturbarte, y permaneciste íntegro hasta el momento de la desencarnación, la inolvidable mañana del 31 de marzo de 1869, cuando te elevaste hacia el Infinito de donde viniste para socorrer a la Humanidad.

Es natural, por lo tanto, que nosotros, los Espíritus encarnados y desencarnados que fuimos beneficiados con las luminosas claridades de la Doctrina Espírita, al evocar tu renacimiento en Lyón, en el distante y a la vez cercano 3 de octubre de 1804, repitamos en un coro de agradecimiento y júbilo:

-¡Dios te bendiga, Hippolyte Léon Denizard Rivail, inolvidable maestro Allan Kardec, apóstol de la Nueva Era, por todas las gloriosas contribuciones que nos hiciste conocer en nombre de Jesucristo, a través de Sus Mensajeros, con el fin de que en estos días, también tumultuosos, podamos confiar en el mañana y construir la felicidad en el interior de los corazones!

Sin olvidarnos de los notables médiums de que te valiste, a ellos también los envolvemos en nuestras dulces vibraciones de paz y de interminable progreso en la gran misión que cumplieron como instrumentos de la verdad."(1)

Ruben Tamanaco
@RubenTamanaco1



Referencias:
  1. Vianna de Carvalho.  "Espiritismo y vida". Capítulo 13. psicografiado por el médium Divaldo Franco
  2. Imagen tomada de: http://www.ceanet.com.ar/

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